La Oficina nace del deseo de trabajar con otras.

Durante los meses de enero y febrero de 2020 junto a mi colega y amiga Jesica Eberbach imaginamos la oficina como coordenadas de un futuro encuentro.
Un encuentro nuestro y con otres.
La Oficina tuvo sus cimientos en el deseo de volver a trabajar juntas y del hackeo al espacio que nos separaba. Así construimos un puente de pensamientos, ideas, textos, afectos y ganas que una nuestras ciudades.
La pandemia y los drásticos cambios que trajo en nuestra forma de habitar el mundo y relacionarnos y los cambios que también trajo a nuestras vidas personales, nos llevaron por diferentes caminos. Hoy la Oficina es una invitación. Un punto de encuentro deslocalizado para el trabajo colaborativo con otras artistas.

La Oficina abrió con su obra Frontera donde investigó a través de acciones los nuevos límites a los que se vieron sometidos nuestros cuerpos durante el contexto de aislamiento estricto que vivimos entre marzo y noviembre de 2020.

La Oficina es un espacio ficcional y al mismo tiempo real que sigue deseando ser un punto de encuentro. Valorando la afectividad como modo de producción y de tender y ampliar redes invita a otres artistas y no artistas para sus acciones.
Para su investigación propone diversos dispositivos que propicien el encuentro, la valoración de las experiencias y la producción colectiva de conocimiento.

La Oficina es un espacio-acción nómade. Un recorte de lugar y tiempo que propone investigar, a través de dinámicas colaborativas, las formas en que habitamos los territorios y cómo nos relacionamos con les otres que también los habitan.¿Cómo son esos espacios y con quienes los compartimos?. A la vez es una invitación a buscar otros modos posibles desde un paradigma del buen vivir y deconstruyendo el mito de la independencia para entendernos como seres inter y ecodependientes.